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UNA MOSCA ATRAPADA EN EL CANDIL ANDALUZ (Aristolochia baetica)


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Esta peculiar trepadora es de base leñosa y tallos herbáceos, hojas con forma de corazón y llamatívas flores con el limbo de color púrpura, la corola es un tubo curvado con forma de “S”, en su interior tiene numerosos pelos rígidos e inclinados hacia dentro. En la flor hermafrodita de Aristolochia baetica la maduración del aparato sexual femenino se produce antes que la del aparato masculino.
El olor fétido que desprende atrae a las moscas, éstas descienden por el resbaladizo tubo hasta el interior de la flor y los pelos rígidos que hacen de barrera las impiden salir. Los insectos se mueven excitados dentro de la corola, si han visitado otra flor de esta especie van cargadas de polen y éste se deposita en el estigma de la flor fecundando el gineceo.
Mientras se forma la semilla el aparato sexual masculino se empieza a desarrollar, el polen se desprende de los estambres y se adhiere al cuerpo de la mosca que sigue desesperada intentando la huida, a partir de este momento los pelos rígidos se vuelven flácidos, entonces la mosca ya puede escapar cargada de polen y preparada para fecundar otra flor.



EL ÁRBOL DEL AZÚCAR


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Ya está cayendo la helada; han acabado, con mucho esfuerzo, de recoger el jugo azucarado para llevarlo al campamento, y antes de iniciar el regreso le dan un buen trago. Desde el bosque se ve el resplandor del fuego que evapora el agua de arce y asa la caza que han traído los hombres de la tribu, aligeran el paso, no quieren que les coja la noche por el camino.
A ellas no les gustaba ir a recoger el agua dulce de estos árboles, porque su sabor no era tan rico como el de los arces que tienen la hoja parecida a la palma de la mano, Manabush les enseñó a distinguirlos de los otros, son los únicos que tienen entre 3 y 5 hojuelas con profundas muescas a lo largo de un eje de tono rojizo y las ramillas verdes muestran los nudos muy marcados, los frutos son dobles y alados, los ejemplares más maduros no son muy altos y su corteza va variando de tono con la edad, de un gris claro a otro más oscuro.
Las jóvenes indias con su pesada y dulce carga van deprisa atravesando la selva, aunque les parece sentir pisadas a su esplada, no vuelven la vista y para espantar demonios y fieras cuentan a gritos las leyendas de Manabush y Nakomis; por fin, fatigadas, llegan al campamento y se sientan para descansar. Mañana no dejarán que les caiga la noche encima.